La oración es mucho mas que entregar una lista de deseos a Dios como si El fuera el gran papá damelotodo. Orar es reconocer y experimentar la presencia de Dios e involucrarle en nuestras vidas y circunstancias. Es buscar esa presencia y liberar su poder.
La Biblia dice: "Todo lo que ateis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desates en la tierra, será desatado en el cielo" (Mateo 18:18). Dios nos da autoridad en la tierra. Cuando tomamos esa autoridad, El desata su poder hacia nosotros desde el cielo. Cuando oramos, atraemos la bendición sobre todo aquello po lo cual estamos intercediendo. Cuando oramos nos humillamos delante de Dios y decimos: "Necesito tu presencia y tu poder, Señor, no puedo hacer esto sin ti". Si no oramos, es como decir que somos más que suficientes para enfrentar los problemas y situaciones y que no necesitamos de Dios.
He aprendido que mejor es suplicar "Señor, muestrame como orar por mis hijos, ayúdame a educarlo a tu manera, y que su voluntad sea hecha en su vida, cuando oramos por nuestros hijos el poder de Dios penetra en su vida debido a que sus padres están orando.
Debemos orar por nuestros hijos desde el momento que son concebidos. Creo en el poder de la oración, no es suficiente orar tanto solo por las preocupaciones del momento; necesitamos hacerlo por el futuro y para contrarrestar los efectos de eventos del pasado. Para hacerlo con efectividad es necesario hacer una lista extensa e individual de cada niño, cada detalle por el que quieras orar, así estarás tranquila y lo pondrás en manos de Dios.
La batalla por la vida de nuestros hijos, se libera sobre nuestas rodillas. Cuando no oramos, es como si nos sentaramos a un lado observando a nuestros hijos en una zona de guerra recibiendo disparos de todos los ángulos. Cuando si oramos estamos en la batalla junto a ellos, apropiándonos del poder de Dios a su favor.
La palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos (Hebreos 4:12). Cuando incluimos la palabra de Dios en la oración, estamos aferrándonos a sus promesas que El nos dá y apropiándonos de ellas para la vida de nuestros hijos.
Siempre que ores por tus hijos, hazlo como si estuvieras intercediendo por su vida. Recuerda que mientras Dios tiene un plan para sus vidas, Satanás tiene un plan para ellos tambien. El plan del maligno es destruirlos, y él intentará usar cualquier medio para lograrlo, como drogas, sexo, alcohol, rebelión, accidentes, enfermedades. Pero no podrá usar con éxito ninguna de ellas, si su poder a sido disipado con la oración. La biblia dice: "Porque como puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes si primero no le ata. (Mateo 12:19)
Por supuesto Satanás puede hacer mucho daño si nosotros no enseñamos a nuestros hijos los caminos de Dios y su Palabra, influimos para que respeten sus leyes, y les disciplinamos, guiamos y ayudamos a que aprendan a tomar decisiones santas.
Al respecto la Biblia dice:
Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él (Proverbios 22:6).
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